El burro flautista


Había una vez un burro que pastaba en un verde prado. Era muy perezoso y sólo le gustaba tomar el sol y comer hierba.

-¡Nunca serás un animal de provecho! -le dijo una laboriosa hormiguita mientras cargaba, con mucho esfuerzo, un grano de trigo sobre su espalda.

-¿Por qué dices eso? Yo quiero ser famoso -rebuznó el burro con su ruidosa voz.

-Para eso debes esforzarte y trabajar mucho -le explicó la pequeña hormiga mientras cargaba con otro pesado grano.

El burro se alejó enfadado porque no le agradaban los consejos de la trabajadora hormiga. Fue entonces cuando vio que algo había entre la hierba. Se acercó y lo olisqueó. Era la flauta de un pastor, que al moverla y soplar en ella con el hocico hizo sonar unas agradables notas musicales. -¡Vaya! Soy un artista -dijo orgulloso el asno, pensando que ser un gran músico era algo tan fácil como soplar una flauta. Decidió entonces dar un concierto ante los demás e invitó a todos los animales del prado. Llegaron la gorda vaca con su becerro, el airoso caballo, las sencillas ovejas, las ruidosas gallinas, el lento ganso, los rojizos cerditos. Estaban todos.

-Buenas tardes, señores. Es un honor tenerles aquí reunidos

— dijo el burro luciendo un gran lazo que se había colocado para aquella importante ocasión.

-Buenas tardes — le saludaron cortésmente todos a la vez.

En medio del silencio el burro tomó la flauta y resopló. Pero no sonó nada, pues se había equivocado de agujero.

-¡No es por ahí! ¡No es por ahí! Es por ese otro agujero— le dijo una de las gallinas señalando con el pico.

El burro sopló por el lugar que le habían mostrado y... sonó fatal.

-¡Qué ruido más desagradable! ¡Esto no se puede soportar! — exclamó enfadada la vaca.

-Pero, si no sabe tocar la flauta — dijo burlándose uno de los cerditos. Entonces, con muchos gritos, los animales del prado se marcharon muy molestos porque el burro les había hecho perder el paseo de aquella hermosa mañana. Nuestro aprendiz de músico se quedó muy solo. Tenía razón la hormiga. Para ser famoso hay que trabajar duro. Las cosas no se hacen sin esfuerzo. A partir de hoy seré de otra manera. Dejaré de ser perezoso — dijo el burro con gran decisión. Debes trabajar con esfuerzo si quieres aprender. Que no te pase como al burro, le pasó aquella vez.